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Dolor de muela en el confinamiento

Margot resolvió visitar el odontólogo esa misma mañana. Durante semanas, una punzada letal e intermitente le producía en la dentadura un dolor aciago todas las noches y conciliar el sueño resultaba un deseo reprimido para el cuerpo. Sobre la cama, deambulaba en miles de universos hasta que llegaba el alba y entonces el sol calentaba los vidrios de la ventana. Era una mujer de alegrías invencibles y había vivido por mucho tiempo la vida que alguna vez hubieses querido no vivir; de manera que, a sus cuarenta y cinco años, juró dar rienda suelta a esa porción de ella misma que nadie conocía, así fuera lo ultimo que hiciera antes de morir. En aquellos días durante la pandemia, adquirió el habito de dormir con los ojos abiertos por miedo a que el covid la sorprendiera desarmada sobre la cama y la nostalgia terminara salpicando de ternura, aún más, cada momento diluido en la memoria de las cosas. De un momento a otro, cada aparato empezó a desprender un aroma de olvido. El reloj sufría e

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