Mamá llego el Pago Diario!!





Seguramente si Juana de Arco viviera aun, como igual acontece en la cotidianidad de muchos ciudadanos de Valledupar, recibiría la visita diaria de un sujeto motorizado quien aguardaría en la puerta de la casa con un recorte de cartulina de color en la mano y un lapicero para señalar otro día menos en la deuda.

Mamá llegó el pago diario – desde la sala gritaría su hijo y ella saldría disparada de la cocina contando y recontando algunos billetes para cumplir con la obligación. Y es que recibir dinero en calidad de préstamo con la facilidad de cancelarlo a través de mínimas cuotas diarias se ha convertido en un hábito de muchas personas que se les impide acceder a fundaciones con impecables instalaciones y bancos nacionales por el excesivo papeleo exigidos, que necesita un codeudor virgen sin reporte en las centrales de riesgo, la partida de bautismo de su bisabuelo materno, una carta de defunción de un primo lejano, vivienda propia encima de un risco, que baile opera sin zapatos, capacidad de pararse de cabeza bailando un disco de Elvis Presley, en fin.

Hace meses conocí de una familia que intentó acreditar una nevera en cierto almacén de electrodomésticos de la ciudad. Después de tantos papeleos y una espera ansiosa de varios minutos, la sorpresa fue cuando le dijeron que El señor era tipo nueve y por esa razón quedaban excluidos del crédito.


Ahora uno se pregunta: ¿alguien que piensa en sacar a crédito una nevera de 520.000 pesos, para cancelarla mensualmente en el transcurso de 36 meses posteriores a la compra,  – “y eso porque la joven esposa le hace señas por debajo de la mesa al esposo para que consulte si se podría tal vez en 48 meses para que fuese menos pesada la obligación, a lo que  el vendedor se niega amablemente” - gozará de vivienda propia o un codeudor apto para respaldar el crédito? Creo que no, como también pienso que a la clase trabajadora, a los magos que realizan trucos para estirar un sueldo mínimo y a los malabaristas que hacen acrobacias para alimentarse diariamente,  cada vez más las puertas se les están cerrando en la cara. Haciendo una “misión imposible” – a propósito del filme que en pocos días se estrena – sobrevivir en un mundo de hienas hambrientas y dinosaurios salvajes. 

Ahh! se me olvidaba, este cuento si tuvo un final feliz. ¿Adivinen quien les presto la plática para comprar la neverita?

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